En Occuppy Wall Street lo comprendieron desde el comienzo. Somos el 99%. Es ahí donde reside la injusticia, pero también donde reside la fuerza. O somos el 99% o el movimiento no tendrá sentido.
Y ocurre que cada vez más, a muchos, nos parece que 15M va perdiendo participación. Lo vemos en las manifestaciones, en las asambleas, en los barrios, en los actos, en la red. La gente deja de sumarse, y la que lo hace, bien no llega a vincularse, bien acaba desapareciendo. ¿De verdad creemos que esta situación no significa nada, que es sólo causa del frío, que simplemente toca pasar por este periodo de laxitud y que tras él volverá a ocurrir un nuevo 15M por generación espontánea?
Quizá más allá de adjudicarnos medallas, de regodearnos con resistir, es el momento de parar y hacernos preguntas de fondo: ¿Será que estamos llamando estructura a lo que es burocracia, que asociamos soberanía asamblearia a lo que resulta ser dispersión y división?
Tal vez debiéramos preguntarnos por qué cada vez somos más invisibles, por qué estamos más desconectados entre nosotros y con la gente, por qué parece que el 15M no hace nada.
Tal vez debiéramos preguntarnos por qué cada vez somos más invisibles, por qué estamos más desconectados entre nosotros y con la gente, por qué parece que el 15M no hace nada.
Desde luego, la solución a todos estos temas es una incógnita, pero seguro que no pasa por seguir enfrascados en nuestras respectivas comisiones y grupos de trabajo, indiferentes a lo que ocurre a nuestro alrededor. Más que un movimiento, ahora somos cientos de grupúsculos que a veces balbucean entre sí, que se lanzan monólogos buscando aprobación.
Como resultado de esta desconexión, el espacio público que habíamos redescubierto ha vuelto a ser sustituido por una suma de espacios privados. No hay prácticamente diálogo, no hay construcción colectiva, no hay espacios para encontrarnos todos y debatir y vibrar y plantarle cara a los de arriba.
¿Será que nos hemos olvidado de escucharnos unos a otros? ¿Estamos utilizando nuestro grupo de trabajo como altavoz de aquello con lo que estamos especialmente sensibilizados, por muy justa que sea nuestra causa? ¿Estamos reproduciendo las formas del viejo activismo que ya se han demostrado inútiles (entre otras cosas porque excluyen a muchísima gente)? ¿Hemos dejado, en definitiva, de pelear por lo que nos une?
Evidentemente estamos mejor que el 14M. Entonces ni existíamos como movimiento. Por el camino hemos acumulado muchas y muy valiosas experiencias, no se trata de menospreciar lo conseguido, pero nos queda claro que hace tiempo que algo no marcha, que necesitamos cambiar para seguir avanzando y poder conseguir la transformación social, los cambios a los que aspiramos.
Los que verdaderamente dirigen el mundo han dejado de girar la cabeza ante nuestra presencia. Estamos volviendo al tablero donde todos nuestros movimientos son conocidos, donde sus códigos han vuelto a ser la referencia, donde nos pueden etiquetar porque nuestras acciones así lo justifican.
Está en nuestra mano sorprenderles de nuevo, ponerles en jaque, plantarles cara.
Vivimos en un momento histórico único en el que poder cambiar el mundo, y no podemos desaprovecharlo.
El éxito del movimiento depende de que seamos de nuevo el 99%. Aunque no tengamos la respuesta de qué tiene que venir después, qué forma puede tomar el reinicio que necesitamos, entendemos que el primer paso para escapar de una dinámica equivocada es romper con ella: parar, detenerse, y tomar perspectiva.
Por todo esto, en Extensión Internacional damos paso a una huelga de actividades y nos declaramos en jornada de reflexión-activa indefinida.
Esperamos que seamos capaces de bajarnos por un momento de nuestras asambleas, para poder juntarnos de nuevo, sin el corsé de nuestras comisiones y grupos de trabajo por medio, para tomar una bocanada de aire fresco y construir un rumbo común. Un rumbo que nos permita recuperar esa fuerza que teníamos y que hacía temblar a los de arriba.
#reinicia15m
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