Ellas no querían. Cinco madres solteras con ocho hijos a su cargo y
dos abuelas okuparon el pasado sábado el bloque de pisos sito en la C/
Monteleón 28, en el barrio de Malasaña (Madrid). No tenían otra elección.
Son familias sin recursos o con una situación de extrema precariedad
que se encontraban sin alternativa habitacional. Ni el Ivima (Instituto
de la Vivienda de Madrid), ni el ayuntamiento, ni ninguna de las
administraciones a las que habían acudido les había dado una solución a
su problema. María, por ejemplo, tiene una hija de seis años y está embarazada de ocho meses. Ha okupado uno de estos edificos junto a su madre, Chus, que tiene 54 años. La okupación ha sido la única alternativa posible para esta familia, que sufrió un desahucio el año pasado, para acceder al legítimo derecho de una vivienda digna.
Chus, abuela de la pequeña de seis años y
de la niña que está en camino, asegura que siempre pensó que okupar una
vivienda era una cosa que hacían aquellos que no querían trabajar. “Antes lo veía fatal”, señala esta mujer en declaraciones a cuartopoder.es.
Ahora, sin embargo, su percepción ha cambiado. Chus ha trabajado media
vida como camarera. En el último tiempo lo hacía a cambio de alrededor
de 1.000 euros al mes. Con ese dinero tenía que pagar 560 euros de
alquiler, más 200 de electricidad, más agua y comida para ella, su hija
María y la pequeña de seis años.
En estas condiciones, se hizo imposible ahorrar para la familia y
cuando la situación se complicó y Chus tuvo que pedir una baja por
enfermedad no hubo colchón económico del que tirar.
Chus se fue a un centro de acogida y su hija María, con su hija pequeña,
encontraron una solución temporal en una habitación de otra casa
okupada. Ahora, las tres juntas, a la espera de la cuarta que está en
camino, vivirán en unas de las casas del bloque de pisos de Monteleón
28, cuyas nuevas inquilinas la han bautizado como la casa de ‘las leonas’.
“Somos gente normalita que por una cosa o por otra nos hemos visto en
la calle. Yo, en mi caso, me harté de pedir una vivienda social al
Ivima y cuando surgió la opción de esta casa nos pareció lo mejor para
la pequeña de seis años y para la niña que viene ahora”, explica Chus,
que toma un descanso mientras limpia el polvo de una casa que ha
permanecido 17 años cerrada a cal y canto, según indican desde la Asamblea de Vivienda Centro.
Para María, la hija de Chus, madre de la pequeña de seis años y embarazada de ocho meses, el bloque de Monteleón era la única vía para dar una vivienda digna a sus hijas.
La pequeña, asegura María, “está encantada” por regresar al barrio
donde vivió de más pequeña. Su madre intenta mantenerla alejada de los
problemas económicos que atraviesa el núcleo familiar aunque la pequeña
se da cuenta de que algo raro pasa. “En mi anterior desahucio me
preguntaba por qué iba tanto la Policía a casa. Ella sabe que la Policía
es buena pero se asustaba con la visita de los agentes. Recuerdo una
vez que vinieron unos agentes y me asusté porque no la encontraba.
Resulta que se había escondido en un armario”, confiesa María a este
medio.
“Es ilegal, pero es legítimo”
También Virginia, de 37 años, madre de un niño de
dos años y otro de 17, ha encontrado refugio en el bloque de ‘las
leonas’. Su historia es similar a la de tantos miles de ciudadanos.
Vivía en una casa de alquiler hasta que escaseó el trabajo y no tuvo
dinero suficiente para pagar. Así que cuando surgió la oportunidad de
trasladarse al bloque okupado, Virginia no lo dudo. “Estamos haciendo
algo que es bueno para nuestras familias. Podrá ser ilegal, pero es
legítimo. Sólo pedimos una vivienda digna donde puedan crecer nuestros
hijos”, asegura esta mujer, que afirma tener el apoyo de su familia en
esta decisión.
Como Chus y María, Virginia también pidió ayuda al Ivima y al
Ayuntamiento de Madrid, pero no recibió contestación de ningún organismo
oficial. Así que se decidió por okupar. “Somos gente del barrio. Hemos
visto este edificio vacío durante 17 años. Es una injusticia que haya casas vacías y familias sin casa”,
asegura esta mujer, que se encuentra “feliz” por el recibimiento que el
barrio les ha brindado. “Nos han dejado hasta un biberón en la puerta”,
apunta.
También Duña ha encontrado solución habitacional en
‘las leonas’. Con dos hijos a su cargo, Duña trató de conseguir, sin
éxito, la Renta Mínima. Vivía durante una época con amigos y después en
casa de su madre. Ahora ha dado el salto al mundo de la okupación. “Yo
no podía seguir en casa de mi madre cargándole a ella todos mis gastos y
responsabilidades”, afirma esta mujer, que asegura que a su madre “no
le ha hecho mucha gracia” su decisión. “Es la única vía que he
encontrado para tener una vivienda digna. Sé que si me falta algo mi
madre seguirá ahí para apoyar a sus nietos, pero yo tenía que hacer algo”, sentencia esta mujer.
Dispuestas a negociar
Las seis familias que se encuentran en el edificio del número 28 de
la calle Monteleón, en el barrio madrileño de Malasaña, se han mostrado
“dispuestas a negociar” para poder residir en una vivienda “con un
alquiler social bajo”. El bloque, según los datos de la Asamblea de
Vivienda Centro lleva 17 años cerrado y es propiedad de la constructora Promociones La Fuente de Parla S.L
, “que se encuentra sin actividad clara según se refleja en los
informes públicos por no presentar sus cuentas al menos desde el año
2010”, según un comunicado de la asamblea.
Ahora, las seis familias esperan que el propietario se ponga en
contacto con ellos para poder entablar negociaciones para un alquiler
social. La Asamblea de Vivienda Centro es un espacio surgido de las
asambleas 15M de los barrios de Austrias, Lavapiés, Letras y Malasaña.
El objetivo de esta asamblea es favorecer el apoyo mutuo en la lucha por
la vivienda digna de los habitantes del centro de Madrid. Esta asamblea
participa en la Obra Social de Madrid y de la Asamblea de Vivienda de
Madrid. Cuenta con su propio grupo de Obra Social, en el que se integran
las asambleas de habitantes de “La Manuela” y “La Leona”.
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