martes, 29 de abril de 2014

“Antes lo veía fatal y pensaba que okupar era cosa de los que no querían trabajar”

Ellas no querían. Cinco madres solteras con ocho hijos a su cargo y dos abuelas okuparon el pasado sábado el bloque de pisos sito en la C/ Monteleón 28, en el barrio de Malasaña (Madrid). No tenían otra elección. Son familias sin recursos o con una situación de extrema precariedad que se encontraban sin alternativa habitacional. Ni el Ivima (Instituto de la Vivienda de Madrid), ni el ayuntamiento, ni ninguna de las administraciones a las que habían acudido les había dado una solución a su problema. María, por ejemplo, tiene una hija de seis años y está embarazada de ocho meses. Ha okupado uno de estos edificos junto a su madre, Chus, que tiene 54 años. La okupación ha sido la única alternativa posible para esta familia, que sufrió un desahucio el año pasado, para acceder al legítimo derecho de una vivienda digna.

Chus, abuela de la pequeña de seis años y de la niña que está en camino, asegura que siempre pensó que okupar una vivienda era una cosa que hacían aquellos que no querían trabajar. “Antes lo veía fatal”, señala esta mujer en declaraciones a cuartopoder.es. Ahora, sin embargo, su percepción ha cambiado. Chus ha trabajado media vida como camarera. En el último tiempo lo hacía a cambio de alrededor de 1.000 euros al mes. Con ese dinero tenía que pagar 560 euros de alquiler, más 200 de electricidad, más agua y comida para ella, su hija María y la pequeña de seis años.


En estas condiciones, se hizo imposible ahorrar para la familia y cuando la situación se complicó y Chus tuvo que pedir una baja por enfermedad no hubo colchón económico del que tirar. Chus se fue a un centro de acogida y su hija María, con su hija pequeña, encontraron una solución temporal en una habitación de otra casa okupada. Ahora, las tres juntas, a la espera de la cuarta que está en camino, vivirán en unas de las casas del bloque de pisos de Monteleón 28, cuyas nuevas inquilinas la han bautizado como la casa de ‘las leonas’.

“Somos gente normalita que por una cosa o por otra nos hemos visto en la calle. Yo, en mi caso, me harté de pedir una vivienda social al Ivima y cuando surgió la opción de esta casa nos pareció lo mejor para la pequeña de seis años y para la niña que viene ahora”, explica Chus, que toma un descanso mientras limpia el polvo de una casa que ha permanecido 17 años cerrada a cal y canto, según indican desde la Asamblea de Vivienda Centro.
Para María, la hija de Chus, madre de la pequeña de seis años y embarazada de ocho meses, el bloque de Monteleón era la única vía para dar una vivienda digna a sus hijas. La pequeña, asegura María, “está encantada” por regresar al barrio donde vivió de más pequeña. Su madre intenta mantenerla alejada de los problemas económicos que atraviesa el núcleo familiar aunque la pequeña se da cuenta de que algo raro pasa. “En mi anterior desahucio me preguntaba por qué iba tanto la Policía a casa. Ella sabe que la Policía es buena pero se asustaba con la visita de los agentes. Recuerdo una vez que vinieron unos agentes y me asusté porque no la encontraba. Resulta que se había escondido en un armario”, confiesa María a este medio.
“Es ilegal, pero es legítimo”

También Virginia, de 37 años, madre de un niño de dos años y otro de 17, ha encontrado refugio en el bloque de ‘las leonas’. Su historia es similar a la de tantos miles de ciudadanos. Vivía en una casa de alquiler hasta que escaseó el trabajo y no tuvo dinero suficiente para pagar. Así que cuando surgió la oportunidad de trasladarse al bloque okupado, Virginia no lo dudo. “Estamos haciendo algo que es bueno para nuestras familias. Podrá ser ilegal, pero es legítimo. Sólo pedimos una vivienda digna donde puedan crecer nuestros hijos”, asegura esta mujer, que afirma tener el apoyo de su familia en esta decisión.
Como Chus y María, Virginia también pidió ayuda al Ivima y al Ayuntamiento de Madrid, pero no recibió contestación de ningún organismo oficial. Así que se decidió por okupar. “Somos gente del barrio. Hemos visto este edificio vacío durante 17 años. Es una injusticia que haya casas vacías y familias sin casa”, asegura esta mujer, que se encuentra “feliz” por el recibimiento que el barrio les ha brindado. “Nos han dejado hasta un biberón en la puerta”, apunta.

También Duña ha encontrado solución habitacional en ‘las leonas’. Con dos hijos a su cargo, Duña trató de conseguir, sin éxito, la Renta Mínima. Vivía durante una época con amigos y después en casa de su madre. Ahora ha dado el salto al mundo de la okupación. “Yo no podía seguir en casa de mi madre cargándole a ella todos mis gastos y responsabilidades”, afirma esta mujer, que asegura que a su madre “no le ha hecho mucha gracia” su decisión. “Es la única vía que he encontrado para tener una vivienda digna. Sé que si me falta algo mi madre seguirá ahí para apoyar a sus nietos, pero yo tenía que hacer algo”, sentencia esta mujer.

Dispuestas a negociar

Las seis familias que se encuentran en el edificio del número 28 de la calle Monteleón, en el barrio madrileño de Malasaña, se han mostrado “dispuestas a negociar” para poder residir en una vivienda “con un alquiler social bajo”. El bloque, según los datos de la Asamblea de Vivienda Centro lleva 17 años cerrado y es propiedad de la constructora Promociones La Fuente de Parla S.L , “que se encuentra sin actividad clara según se refleja en los informes públicos por no presentar sus cuentas al menos desde el año 2010”, según un comunicado de la asamblea.

Ahora, las seis familias esperan que el propietario se ponga en contacto con ellos para poder entablar negociaciones para un alquiler social. La Asamblea de Vivienda Centro es un espacio surgido de las asambleas 15M de los barrios de Austrias, Lavapiés, Letras y Malasaña. El objetivo de esta asamblea es favorecer el apoyo mutuo en la lucha por la vivienda digna de los habitantes del centro de Madrid. Esta asamblea participa en la Obra Social de Madrid y de la Asamblea de Vivienda de Madrid. Cuenta con su propio grupo de Obra Social, en el que se integran las asambleas de habitantes de “La Manuela” y “La Leona”.

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